BLASÓN Verónica Gómez

25 de mayo 158. 4to piso. oficinas 95 y 96

En un edificio de valor patrimonial de 1910, proyectado por el arquitecto alemán Alfred Zucker, cuyo estilo antiacadémico lo sitúa entre las curiosidades edilicias de microcentro, rodeado de oficinas de escribanos, despachantes de aduana y abogados, funciona BLASÓN, aula-estudio de la artista Verónica Gómez. En la declaración de principios del espacio se lee: “Reivindicamos la ambición y el sentimentalismo. Nos complace lo pintoresco y lo sublime. Amamos los exabruptos de la obra, la escena variopinta. Nos fascina la timidez y la austeridad, las escalas pequeñas y lo recóndito. El festival y la vida monástica”. En paralelo a su quehacer artístico, Verónica coordina desde 2019 programas de formación para artistas que tienen allí su sede física.

Muestra Gallery 9 de junio

Nombre de la exposición: Estudio abierto Verónica GÓMEZ y “Opalina” muestra colectiva: Verónica Gómez/ Víctor Enoc/ Nicole Fregonese/ Micaela Gauna/ Mercedes Irisarri/Josefina Laratro/ Victoria Quintiero

Verónica Gómez. 1978. Primer Premio LXIV Salón Nacional de Rosario. Primer Premio XXI Klemm. Premio Adquisición 8M. Premio Semana del Arte. Gran Premio Adquisición FNA.
Víctor Enoc. Beca Creación FNA 2022. Macsur 2020. 107° Salón Nacional de Artes Visuales 2019.
Nicole Fregonese. 1993. Alguien señala el cielo y la tierra. Observatorio Atelier, 2022.
Micaela Gauna. 1993. Premio Itaú 2019/21. Bienal de Pintura CFI 2019. Mención UADE. Beca Creación FNA 2022.
Mercedes Irisarri. 1983. Primer Premio CFI. Premiada Banco Central, Salón Kenneth Kemble y Felix Amador.
Josefina Laratro. 1973. Trabaja con el extrañamiento frente a lo cotidiano de la vida, la muerte y lo doméstico.
Victoria Quintiero. 1969. Se formó con Eduardo Stupía, Carolina Antoniadis, Verónica Gómez y Tulio de Sagastizábal.

“Opalina” es una muestra sobre la amable decadencia, la persistencia del esplendor, la iridiscencia opaca, la ocurrencia de las formas, la blandura del abandono.

“Concibo mis trabajos como capítulos de un libro imaginario desplegado en el espacio. Los objetos encuentran su sitio en un ambiente sumamente detallado que apela a conmover anímicamente al espectador. Una serie de niñas y mujeres, inusuales y anacrónicas, portadoras de extraños vestuarios y colocadas en ambientes muy ornamentados, conforman en mi pintura una suerte de familia disfuncional y amable. El terror gótico y las preferencias estilísticas de la clase media argentina nacida a mediados del siglo XX se reúnen como un manifiesto emotivo de pertenencia social. Me interesan las casas que nos persiguen en sueños, los camuflajes y los revestimientos, el símil y los caprichos decorativos. Me fascinan las estrategias de adaptación que no salen bien y la ternura en el arte.” Verónica Gómez