Fundación Proa
Av. Pedro de Mendoza 1929, La Boca
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Horario de la galería: Miércoles a domingos de 12 a 19h
Con un programa anual de exhibiciones temporarias y la organización de seminarios, cursos, conferencias y conciertos, Fundación Proa es -desde su inauguración- un punto de referencia ineludible para las artes de la Ciudad de Buenos Aires.
Su programación, centrada en la difusión de los grandes movimientos artísticos del siglo XX y XXI, incluye una diversidad de propuestas actuales como la fotografía, el video, el diseño, la música electrónica y la puesta en marcha permanente de proyectos especiales.
Como parte de su propuesta fundacional, Proa desarrolla programas de educación y de intercambio con prestigiosas instituciones culturales.
Auspician Tenaris – Ternium – Tecpetrol
Gallery Sábado 9 de noviembre de 14 a 18 h
Apertura gratuita a la exhibición «Los incas. Más allá de un imperio». Visita guiada público general 17h
Organizan: Museo de Arte de Lima (MALI) y Fundación Proa
LA EXHIBICIÓN
Surgido en la zona de los andes peruanos, el Tahuantinsuyo – que en quechua significa “las cuatro partes”, por las cuatro regiones que lo conformaron- alcanzó su apogeo hacia el siglo XV. Su influencia se extendió por los actuales territorios de Perú, Bolivia, Ecuador, Chile, Colombia y Argentina, dejando una huella profunda en cada una de las sociedades que conquistaron a su paso. Entre sus rasgos más sobresalientes es preciso mencionar la meticulosa organización de sus dominios bajo una estructura social, política y económica de avanzada, además de haber sido grandes arquitectos e ingenieros, autores de ciudades majestuosas y, entre otras, de una red de caminos o Qhapaq Ñan que enhebraba paisajes y
pueblos tributarios del emperador, y que ha sido declarada Patrimonio de Humanidad por la Unesco.
“Los incas. Más allá de un imperio” se presenta en Buenos Aires desarrollada en núcleos temáticos compuestos por diversas secciones. En la Sala 1, dedicada a los Orígenes y Formación del Tahuantisuyo, la muestra explora el origen de los incas que ha sido, durante mucho tiempo, propuesto sobre la base de relatos míticos recogidos durante la colonia.
Estos inicios se concibieron como el resultado de una migración de poblaciones foráneas desde el Altiplano o de regiones vecinas al Cuzco, de donde procedían los ancestros fundadores. La historicidad de estos relatos ha sido cuestionada a partir de las investigaciones arqueológicas, que dan cuenta de un largo proceso de desarrollo de poblaciones locales en el valle del Cuzco, previo a la formación del Tahuantinsuyo.
Hacia inicios del siglo XV, los incas ya se habían consolidado como el grupo dominante en la región del Cuzco. A partir de entonces se inicia un proceso de expansión que llegaría a alcanzar un vasto territorio en los Andes. El Tahuantinsuyo incorporó a diversas poblaciones, cada una con sus propias costumbres y tradiciones. Esta formación política se apoyaba en una combinación de estrategias militares, económicas, sociales e ideológicas, implementadas en base a las dinámicas establecidas con las élites de cada localidad.
En la Sala 2, explora las secciones relacionadas con la Organización y administración del imperio, la producción de la tierra, la identidad a través del vestido y los rituales y ofrendas.
Manejar una estructura tan vasta y diversa fue solo posible a través de un sistema
organizado para poder controlar los recursos y la población. En el Tahuantinsuyo existían alrededor de 80 provincias o huamani, cada una con unas 20.000 a 30.000 familias, que aportaban trabajo como una forma de tributo. De esta manera se llevaron a cabo grandes obras públicas, como la construcción de edificios y caminos o la implementación de proyectos agrícolas, supervisados por funcionarios del estado. En este sistema administrativo, el uso de los quipus fue determinante. En la forma de cuerdas anudadas, el quipu constituyó el principal sistema de registro de información en los Andes. Al igual que en otras sociedades del mundo antiguo, su origen estuvo relacionado a las primeras formas de organización imperial. Son estructuras sencillas con cuerdas colgantes enrolladas con hilos de colores y nudos simples. Si bien la mayoría de quipus incas registraba datos numéricos, sabemos que algunos también guardaban información narrativa como relatos y genealogías.
En el Tahuantinsuyo se estima que habrían existido hasta dos millones de hectáreas de tierras cultivables. Estas fueron logradas durante siglos mediante la implementación de obras hidráulicas y la construcción de terrazas agrícolas en las laderas de las montañas. La producción estuvo asegurada tanto por el adecuado manejo de la mano de obra y las tecnologías, como por la realización de ceremonias dedicadas a la propiciación de la fertilidad de la tierra.
Los rituales constituyen la principal forma de comunicación directa con las fuerzas que animaban la vida en el mundo. Muchas de estas prácticas fueron asimiladas por los incas y se mantuvieron, con algunas transformaciones, incluso después de la época Colonial. En esta sección exhibimos algunos objetos que, por su naturaleza o la energía que transmitían, cumplían roles activos en la vida religiosa, tanto en el ámbito doméstico como en el estatal.
Una serie de atuendos y ornamentos permitía distinguir los diversos roles que cumplían algunos de los funcionarios incas, fuerza laboral estratégica para el desarrollo del estado.
Por debajo del Sapa Inca y la coya, se encontraban los soldados y los administradores de diferente rango, así como las mamaconas y las acllas. Varios de estos personajes y sus atributos fueron recogidos en las crónicas ilustradas de fines del siglo XVI, como parte de una memoria que buscaba atestiguar su existencia.
La Sala 3 se detiene en el paisaje, arquitectura y territorio. Con su emblemático diseño y particular manera de transformar e integrarse al paisaje, la arquitectura inca permitió visibilizar la presencia del estado a lo largo de un vasto territorio. Si bien las construcciones se caracterizaron por una marcada sencillez, los edificios de élite son fácilmente reconocibles por el uso de piedras finamente pulidas y por sus formas trapezoidales. Desde las terrazas agrícolas hasta los dominios reales, los incas supieron adaptar la arquitectura a la topografía del terreno como ninguna otra cultura andina. Hacia 1520, cuando el Tahuantinsuyo alcanzaba su mayor extensión, un sistema de caminos controlado por el estado, el Qhapaq Ñan, recorría los Andes y el Altiplano conectando a las diversas poblaciones del imperio.
El lenguaje visual de los incas se distingue por un quiebre respecto a las tradiciones previas en los Andes. Si bien la mayoria de representaciones han sido calificadas como geométricas y abstractas —posiblemente inspiradas en el entramado de los textiles— encontramos también algunas imagenes figurativas de marcada sencillez, y otras que combinan patrones de color. Para los incas, sin embargo, el proceso de crear dichos objetos así como los materiales utilizados, tenían mayor importancia que la apariencia superficial, ya que era la esencia del objeto lo que se priorizaba en su cosmovisión.
En el territorio argentino, distintas fuentes etnohistóricas ubican la entrada de los incas entre 1471 y 1493. Mediante recursos audiovisuales contemporáneos se presentan los yacimientos arqueológicos hallados en tres de las siete provincias que fueron parte del imperio. Se exhiben los sitios de Pucará del Tilcara (Jujuy), La Paya y Llullaillaco (Salta), Aconquija y Shincal de Quimivil (ambos en Catamarca) que al público le permitirán apreciar los distintos escenarios donde se produjo el encuentro y diálogo con los habitantes de las comunidades locales.
En la Sala 4, Un punto de quiebre, se presentan obras relacionadas con el período
colonial. Desde que Francisco Pizarro y sus tropas hicieron contacto con el Tahuantinsuyo, la violencia forjó las bases de un nuevo orden en los Andes. El hito inicial de este proceso sería la captura y ejecución del inca Atahualpa en 1532. Pero desmantelar aquel imperio no sólo requirió de la participación de miles de nativos. También exigió negociar cuotas de poder con ciertos sectores indígenas.
A su vez, el término Tahuantinsuyo sería reemplazado por el del Perú, una denominación que terminaría por adquirir significados distintos a medida que se consolidaba el poder colonial. La propia memoria de los tiempos prehispánicos se transformó en función a las necesidades de una sociedad distinta y a la implantación de lenguajes y técnicas artísticas occidentales. Se desencadenó así una permanente tensión entre la ruptura y la continuidad con el pasado.